De apariencia tranquila y prolija, conversamos un buen rato y me cuenta como llegó a vivir en lo que antiguamente fue la garita que se encuentra en la cabecera del puente (historia que no pienso contar), junto a los carteles de “peligro” y “prohibido pasar” que nos separan y alejan a todos de lo que es parte de nuestra historia.
Y yo que había salido en búsqueda de un amanecer y el otoño!... me invade una realidad absoluta.
Hablamos de la fragilidad del puente y me apuesta que va a seguir en pie mas tiempo que el nuevo, cosa que un amigo ya me había dicho, mientras vemos un pescador, otro que se prepara y el barco arenero que viene llegando.
Después de un rato me despido. Acompañado por él y sus perros llego hasta mi moto y regreso a casa, donde “la boda real” es la noticia que suena por todos lados.
....y ahí quedó Ramón, dueño del amanecer con sus perros que lo siguen y su historia, en el puente viejo...
Todos los derechos reservados copyright© Fernando Sturzenegger
Tremendo ese rostro, y un aún más tremedo el retrato que has conseguido.
ResponderEliminarPor cada arruga se precipitan un montón de historias, de las que algunas, ya conoces sus secretos.
Que ganas tengo yo de coger mi moto y perseguir un atardecer. Pero aún me queda mucho por luchar.
Un abrazo Fernando.
La foto se agiganta después de leer la historia de Ramón. La mirada está cargada de sentimiento. Me quedé con ganas de saber más.
ResponderEliminarUn abrazo.