De apariencia tranquila y prolija, conversamos un buen rato y me cuenta como llegó a vivir en lo que antiguamente fue la garita que se encuentra en la cabecera del puente (historia que no pienso contar), junto a los carteles de “peligro” y “prohibido pasar” que nos separan y alejan a todos de lo que es parte de nuestra historia.
Y yo que había salido en búsqueda de un amanecer y el otoño!... me invade una realidad absoluta.
Hablamos de la fragilidad del puente y me apuesta que va a seguir en pie mas tiempo que el nuevo, cosa que un amigo ya me había dicho, mientras vemos un pescador, otro que se prepara y el barco arenero que viene llegando.
Después de un rato me despido. Acompañado por él y sus perros llego hasta mi moto y regreso a casa, donde “la boda real” es la noticia que suena por todos lados.
....y ahí quedó Ramón, dueño del amanecer con sus perros que lo siguen y su historia, en el puente viejo...
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